20171124

Broncemia (En Texto)

Yo les voy a hablar hoy de una enfermedad fantástica.
Le digo fantástica porque no existe este término en el diccionario.
Esta enfermedad se llama la broncemia y dicen que los médicos que la padecen, ya que broncemia etimológicamente sería la cantidad de nivel de bronce en sangre, los médicos que la padecen, a medida que pasan los años al comenzar a invadirse con  bronce, creen que son próceres y sueñan con que su estatua de bronce alguna vez esté en el patio del hospital o de la clínica en la que él trabajó.
Este término los escuché hace fácilmente 30 años del doctor Feijóo Osorio, un médico reconocido cordobés en un servicio de cirugía del Hospital de Clínicas acá en Córdoba, en el cual era también profesor adjunto Narciso Hernández; porque muchos atribuyen a Narciso Hernández este término de broncemia; pero desde que la encontré la utilicé en la docencia y me quedó grabada esa palabra para siempre.
Decía Narciso Hernández que el enfermo de broncemia pasaba por 2 etapas.
La primera etapa era la importantitis, en la que él se creía que era tan importante que nadie era mejor que él.
La segunda etapa era la inmortalitis.
Cuando el paciente ya llegaba a su etapa final y cuando el bronce invadía todo su cuerpo, ahí sí se creía que era una estatua olímpica e inmortal.
¿Dónde se desarrolla esta enfermedad?
Y generalmente en aquellos lugares que presumen de un alto nivel de intelectualidad y el medio ecológico ideal sin ninguna duda es la universidad; pero también se han descrito casos muy severos en tribunales, grandes sanatorios, en sociedades científicas, en empresas, también en instituciones deportivas de renombre y por qué no decirlo, ayer en el almuerzo me comentaban, también en la clase política.
Y justamente en la clase política parece que sin antecedentes que lo hicieran presumir, la soberbia y la solemnidad propia del broncémico aparecen en el político de manera espontánea.
Otro dato importante es la edad.
Generalmente comienza a aparecerá los 45, 55 años pero los casos más severos se presentan entre los cincuenta y cinco a los 65 años; que es cuando el hombre en su deseo de disertar y hablar de cosas que generalmente ha leído de forma bastante superficial, está en relación inversa con su edad y su capacidad de poder comprender y discernir.
El sexo también es importante, se creía que era más que nada del sexo masculino; pero creo que ahora con el auge del feminismo
si hiciéramos nuevas estadísticas bien concretas encontraríamos gran número de mujeres con broncemia.
Y lo que todos los autores están de acuerdo en asegurar es que la broncemia en las mujeres siempre ha sido caso de extrema gravedad y prácticamente incurable.
Los síntomas más comunesdel broncémico son 3:
la diarrea mental,
la hipoacusia interlocutoria
y el reflejo cefalocaudal.
La diarrea mental se caracteriza por una verborragia exagerada en la que el broncémico habla y habla todo lo que su cerebro depone.
Generalmente habla erguido y como si estuviera hablandodesde un púlpito, arriba de un atrio.
La sordera interlocutoria acompaña siempre la diarrea mental.
Cuando el broncémicohabla y habla y habla sus oídos no escuchan nada.
Cuando el broncémico habla,no escucha a nadie.
Y el reflejo cefalocaudal es el que le da esa forma tan característica de caminar con la cabeza elevada, la cola parada por la impregnación de bronce y algunos autores dicen que el bronce comienza a depositarse primero en los pies y después sube hasta llegar al cerebro; y si esto fuera cierto, posiblemente justifique el hecho de que los broncémicos desde el comienzo de su enfermedad ya no caminan, se desplazan majestuosamente.
Esto de la broncemia que pensabaque era una cosa actual no es así.
Les voy a contar.
1500 años antes de Cristo cuando se realiza en la antigua Indiala separación de las castas sociales en 5 castas,
la quinta casta era la de los intocables.
Aquellos que no tenían derecho a nada, ni siquiera tenían derecho a la atención médica.
La cuarta casta era de los trabajadores inferiores, la tercera casta de los comerciantes y la segunda casta era la casta de los anvastas a la que pertenecían los médicos y la primera casta, la de los reyes.
Estas 2 la primera y la segunda castas decían que descendían de los dioses.
Pienso que tal vez alguno de estos médicos broncémicos creen realmente que descienden de los dioses.
Pronto en la historia de la medicina también todos oyeron hablar de Galeno.
Galeno de Pérgamo era un médico que ejerció en la Roma imperial en el año 162 y era un broncémico, un ególatra incorregible.
Hablaba permanentemente de sus grandes ganancias, de su fama, este y revestía todas sus curaciones de una manera milagrosa
como para poder impresionar más a la gente.
Pero en la época actual, ahora, estoy seguro que cualquiera de nosotros en el lugar donde desarrollemos nuestra actividad
y cualquiera sea ella, estoy seguro que debemos convivir con broncémicos.
Y quisiera darles un dato que sé que es muy preciso y precoz.
Muchos autores dicen que uno de los primeros síntomas que tiene el broncémico es que comienza a perder la capacidad de sonreir.
No voy a seguir hablando de los síntomas del broncémico pero creo que es importante en esta charla decir qué podemos hacer para que nuestros joven médicos o para que los jóvenes no se contagien de broncemia.
Yo creo que únicamente podemos hacer con todos nuestros esfuerzos tratar de imbuirles en sus cerebros, en sus mentes, el deseo de ayudar a sus colegas, a sus colaboradores, a sus pacientes.
De sembrar dentro de ellos para que florezca el espíritu de servicio.
Y quiero distinguir entre servicio y espíritu de servicio.
Recuerdo hace muchos años cuando estaba haciendo mi tesis doctoral en la sala de cirugía experimental, vi un conejo que le sacaba a otro conejo los hilos de sutura del lomo.
Lo habíamos operado,una cirugía en el lomo.
Esto, de sacarle los puntos un animal a otro, no es extraño en la escala animal.
Incluso animales de distintas especies se sacan las espinas o los cuerpos extraños.
Lo que este conejo estaba haciendo en ese momento, le estaba haciendo al otro un servicio.
Porque el servicio es eso, un acto; que puede ser instintivo y no necesitar la razón.
En cambio el espíritu de servicio es el profundo deseo de satisfacer a aquellos que necesitan de nosotros.
No es un acto, es una actitud, es una función de vida.
Si los médicos jóvenes no se preparan para nutrirse intensamente del espíritu de servicio, están preparándose para contagiarse de broncemia.
Hablábamos sí, del espíritu de servicio, la forma de inculcarlo, pero esas cosas yo no puedo ordenarle a mis médicos jóvenes por decreto.
No le puedo decir, a partir de mañana piensen así a partir de mañana comiencen a querer a sus pacientes.
Eso no es posible, pero sí podemos ayudarlos con el ejemplo cotidiano para que esto pueda prender dentro de sus corazones,
dentro de sus deseos imperiosos de ayudar a sus colegas, a sus pacientes.
Les voy a contar un cuento para que les quede.
Hay un famoso pintor que había presentado una exposición que se llamaba "Las puertas del corazón".
Eran puertas de distintos colores.
La exposición era un éxito, puertas hermosas, colores combinados; pero había un personaje dentro de la sala que se paraba dentro de cada puerta, la miraba y pasaba a la otra.
De pronto se para delante de una.
Justo al lado de él está el pintor.
Entonces, humildemente le dice: "Vea, discúlpeme, as puertas que Ud. pinta son hermosas pero yo soy cerrajero y quiero darle mi modesta opinión. Veo que sus puertas no tienen picaporte, ¿cómo se van a abrir?"
Y el pintor le dice: "Mire, lo he pensado muchos años pero las puertas del corazón no tienen picaporte del lado de afuera
porque solo se abren del lado de adentro."
Estoy seguro que Uds. han compartido con médicos broncémicos y me imagino que cualquiera de Uds. podría subir acá y contarnos
cómo fue su experienciaal lado de un broncémico de cualquier profesión.
Yo les voy a contar lo que le pidieron a Bernie si es que él es un pionero de la medicina mente-cuerpo 3 enfermos terminales
jóvenes que murieron pocos días después cuando Bernie les dijo: "¿Qué quieren que le diga a los médicos jóvenes porque yo tengo que hablar ahora en el acto de egreso?
¿Qué mensaje quieren que transmita?"
Estos pacientes le dijeron:
"que golpeen en nuestra habitación antes de entrar, que cuando salgan se despidan y nos saluden y que cuando hablen con nosotros nos miren a los ojos."
Ninguno de estos pidió que encontraran la cura de su enfermedad, solo pedían respeto, solo querían respeto.
Y termino esta charla con ese impasse propio de la edad.
Les voy a contar una anécdota verídica.
Es en una sala de operaciones, una larga cirugía.
Una cirugía prolongada que de pronto deben reemplazar a una de las enfermeras y cuando esta se retira pasa por detrás del cirujano, un hombre que era reconocido por su espíritu de servicio.
Pasa detrás de él, le acaricia la espalda, le da un beso y sale.
Eso fue para este médico un regalo hermoso.
Un hermoso regalo porque esto incluía todo el dolor y el amor que habían sentido médico y enfermera juntos, que habían compartido en la sala de operaciones.
Esto le dio fuerzas al médico para seguir y como diría otro cirujano amigo mío: a ese cirujano se le llenó el corazón de música.
Los médicos dioses esos médicos que desayunan con Dios y después bajan a atender a sus pacientes estos médicos broncémicos
o los broncémicos de cualquier actividad, de cualquier actividad, de cualquier nivel sociocultural, no pueden recibir regalos así porque se sienten tan por encima de todos los que están a su lado que son incapaces de compartir nada.
Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario